En este libro Armando Oviedo nos convoca a un espacio de indeterminación. La niebla, la anchurosa niebla, la intrincada niebla de la sorpresa, del tropiezo. Y lo indeterminado, poéticamente hablando, es siempre sinónimo de feracidad. Lo que en apariencia, entonces, se produce como una pesquisa de tensiones inconexas es, en realidad, una nítida apuesta por la hondura. La añeja quimera, en consecuencia, que, consciente de su imposibilidad, indaga en la construcción de una identidad. Así, en esta afortunada propuesta lírica, la precisión del adjetivo tiende, volitivamente, a disparatarse. El verso, a excederse hacia la prosa. Lo cotidiano propenderá, de seguida, hacia lo insólito. Y a la contra. Lo taumatúrgico, a verterse en lo familiar. La textualidad imaginativa y onírica, en el rigor del epígrafe. Lo selvático desvela en los cadenciosos versículos de Oviedo (siempre debatiéndose entre una querencia a lo narrativo y el hallazgo procesual que se agota en sí mismo de la imagen poética) el arcano de la ciudad, la sordidez
del barrio. En conclusión, un ejercicio que profundiza en los parajes ignotos de la idiosincrasia, un ejercicio que, en una magistral prestidigitación especular, juega a confrontarnos con el rostro incierto e inseguro de nuestro reflejo.
Joseba Buj Corrales