Lo que atrapa de Yendo es la conciencia del autor de los distintos registros que maneja. El libro es un diario-en-tránsito, escrito con el secreto deseo de una escritura caminante o paseante. Sólo que no es un tratado sobre el deambular libre porque la propia realidad testimonial que plantea cerca la libertad creadora, la libertad de vida. Yendo es un ejemplo claro de lo que puede una escritura que apuesta a una libertad ausente y se niega a caer víctima de una formalización preceptiva. Esto es interesante. Liberarse —emanciparse— para Antonio Calera-Grobet parece ser algo que empieza en la formalización misma de la escritura. Su desconfianza hacia la fijeza de la forma lo hace estar al borde de un posible desbarre. Pero ese borde al que lo empuja su conciencia de testigo es, también, su deseo de escritura.
Eduardo Milán