Desde lo absurdo hasta lo trágico no sin mucho sentido del humor, a veces muy negro, Gabriel Rodríguez Liceaga nos lleva de la mano por un universo en el que al morir sólo serán tomados en cuenta aquellos que tengan ambos pies; las lluvias son diluvios en potencia, ya que las palabras tienen vida propia; las flores muertas son fantasmas que persiguen a un hombre; una cabeza despojada de su cuerpo toma conciencia de que se acerca su fin; un individuo se pone a la dramática tarea de salvar a una mosca en cautiverio con la única intención de que su corta vida de insecto tenga sentido; un lugar recién convertido en ciudad entristece al ser nombrado Pueblo Mágico; un náufrago necesita encontrar el mensaje que envió al mar en una botella y le salvo la vida, como si su tragedia no fuera haber estado en una isla. También hay creyentes que viajan para poder contemplar un moretón en forma de virgen; los sismos ocurren en un solo lugar de la casa; las nubes resultan ser narcisistas; los perros se enamoran y los libros parecen haber
perdido la vida. Los cuentos de Rodríguez Liceaga bailan en las profundidades del alma pues más allá de las anécdotas narradas de manera sencilla, pero precisa, están las preocupaciones que aquejan al Hombre: la orfandad, lo otro, la soledad, los amigos, las creencias religiosas y la literatura con todos sus disfraces. En un mundo en el que cualquiera puede ser un héroe, se corre el peligro de que existan muchos impostores.
Gilma Luque